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Publicado el 2 de Septiembre de 2011 en Economía , Mercosur y Temas Jurídicos
Por Por Miguel Angel Boggiano
Argentina ha sufrido en un gran número de ocasiones crisis profundas de deuda. La que atravesamos sólo diez años atrás sigue muy presente en nuestras vidas. Pero, ¿cómo comienza una crisis de deuda? Estrictamente toda crisis de deuda tiene el mismo origen: nace cuando una persona –o un país– comienza a pedir más de lo que puede devolver. Automáticamente surge la pregunta obligada: ¿de quién es la responsabilidad? ¿Del que se endeuda o del que le sigue prestando?
Hoy en el mundo tenemos dos crisis de deuda en paralelo y generadas por dos cuestiones diferentes: la crisis de Europa y la crisis de los Estados Unidos.
Crisis de deuda en los Estados Unidos
El comienzo lo podemos rastrear hasta Franklin D. Roosevelt. Como parte del New Deal, nace la National Housing Act of 1934, destinada en medio de la gran depresión a hacer más accesibles las casas y las hipotecas.
A partir de ese entonces, todos los gobiernos sucesivos -incluso el de Barack Obama- ofrecieron cada vez más facilidades para que prácticamente cualquier ciudadano estadounidense pudiera tener su casa propia.
Quizá este sea el gen del que deriva todo el consumismo en los Estados Unidos (que se propagó a través de múltiples tarjetas de crédito y facilidades de todo tipo). Naturalmente, cuando un sistema es abusado, nada bueno sale a la luz.
Cuando Alan Greenspan decidió combatir la recesión del 2001, utilizando una vez más la política monetaria, bajó las tasas hasta el 0%, generando enormes distorsiones.
Cualquier persona podía comprar una casa teniendo sólo una parte del total que debía pagar. Por ejemplo, podía comprarse una casa por U$S 100,000 con sólo U$S 5,000. El resto sería financiado a tasas del orden del 5% por entidades estatales o principalmente por el banco Countrywide (después fue adquirido por Bank of America y hoy esta sección le sigue generando enormes pérdidas).
¿Cómo se abusó del sistema? De diferentes modos.
La estructura de incentivos era tal que quien conseguía colocar un préstamo, cobraba una comisión sin importar si la persona que se endeudaba devolvía en el futuro lo que había tomado prestado. Ahora bien, si a esto le sumamos una pequeña cuota de viveza criolla, podemos imaginar sin que nadie nos anticipe nada, cómo termina el cuento.
Aquellos que cobraban comisiones por colocar préstamos, empezaron a otorgarlos a prácticamente cualquier persona. ¿Usted no gana el salario suficiente? ¡No importa! En muchos casos fueron estos mismos brokers de crédito quienes directamente falsificaron documentos para poder conseguir aprobaciones de créditos para otras personas.
Este fue el punto culminante de lo que bien podría describirse como una estafa generalizada. Pero ¿por qué detenerse en un departamento o en una casa? Así fue como mucha gente se lanzó especulativamente a comprar su segunda, tercera o cuarta propiedad.
Sumemos a esto la cultura de vivir más allá de las posibilidades, impulsada directa o indirectamente por el gobierno. La tasa de ahorro promedio del ciudadano americano es bajísima. Vive para pagar la hipoteca, el leasing del auto y para gastar el resto. ¿Saldo a fin de mes? Cero.
En el final, la cultura del endeudamiento instigada desde el gobierno se contagió en todos los órdenes de la sociedad para volver al gobierno federal mismo, que hoy está aumentando constantemente sus promesas de pagar en el futuro.
¿De quién es la culpa? ¿De quién se endeuda o del que le presta? Creo que los diferentes gobiernos de los Estados Unidos han empujado sistemáticamente a su población a endeudarse más allá de sus posibilidades, con el argumento de alcanzar el “american dream” que para muchos terminó siendo una pesadilla de deudas
Crisis de deuda en Europa
No sería injusto decir que la crisis comienza con el Tratado de Maastricht de 1992. Con éste nace formalmente la Unión Europea y comienza a gestarse la moneda única: el euro.
Con el objetivo de homogeneizar la situación económica de los diferentes miembros que ingresarían a la Unión, se marcaron objetivos de endeudamiento, inflación y déficit fiscales. Cumplidas estas metas, los países estarían en sanas condiciones macroeconómicas para poder tener una moneda común.
No es difícil imaginar que muchos de los miembros de la UE, no cumplen hoy con las condiciones iniciales del Tratado de Maastricht. Y es que al sumarse al euro, los países delegan su política monetaria y no tienen la posibilidad de ajustar cualquier desbalance mediante la simple depreciación de su moneda.
España, Italia y Grecia tomaron enormes cantidades de deuda, principalmente de Alemania y Francia. Ahora, no la pueden devolver, en gran medida porque sus economías están estancadas.
Si tuvieran su propia moneda, ésta se depreciaría hasta restablecer el equilibrio y volver al camino del crecimiento.
Vemos entonces cómo esta crisis es diferente: no tiene salida así como está planteada. El endeudamiento se ha vuelto estructural.
¿Qué sucederá? Es ampliamente probable que se dé una combinación de quita de deuda, con vuelta –al menos temporaria– a las viejas monedas (lira, dracma, peseta).
El problema es que nadie quiere asumir la responsabilidad de tamaño cambio, que finalmente sucederá cuando la situación no dé para más, como sucedió en diciembre de 2001 en la Argentina.
*Profesor de Behavioral Finance de la Universidad de San Andrés. Sitio web: Carta financiera.
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